10.2.12

Ínsulas extrañas # 2

Portada del libro.





SELECCIÓN DE HENRY ALEXANDER GÓMEZ


La escritura de Mery Yolanda Sánchez es demoledora. En sus poemas absorbemos el quejido del mundo para no olvidar quienes somos realmente. El duelo imposible, la memoria fallida, las oscuras pulsaciones de la noche.

El poema es testigo primordial de la muerte. La palabra es hermosa y desgarrada. La violencia como un hollín que nos envuelve muchas veces sin tocarnos, a nosotros, quienes dilatamos nuestra pupila a propósito para no ver.

En un lienzo fino de lenguaje, Mery Yolanda nos aprehende con una de las voces más singulares de la literatura colombiana; en ella la poesía es testimonio, una ínsula extraña, un ruido que incomoda…




ÚLTIMAS PÁGINAS

Has tenido suerte, caíste en el patio donde crecen los niños que no piden un nombre sobre la tierra. No has podido contar los años que llevas descalzo. Te encontrarán con la tierra de tu patio en el rostro. Una que otra hormiga se deslizará por tu ceño dolido. Una fruta traerá un poco de ti. Tu madre volverá a lavar culpas en las piedras del agua que te habló por primera vez de primavera. Y tú habrás olvidado que te llamabas Carlos y que las lluvias te han dejado sin color. 



ARROZ

Regaste las semillas que crecían en los cráneos y viste las niñas que volvían para cambiar de ropa a sus muñecas y acariciar casitas de algodón. Te fuiste con el susurro de las matas de plátano y no alcanzaste las faldas de la anciana que volvió para terminar de amasar el pan. Sabrás que ahora nadie se quiere ir y que por pedazos retornan las sombras para acomodarse otra vez, pero no encuentran dónde poner los pies.




LOS OTROS

No alcanzaron a sentir miedo. Cuando los cortaron el dolor llegó primero, la boca de la bota en la cara. Pronto el susurro de la sierra fue lejano. Un pajarito almorzó los pecados de las vísceras.
Sus sombras siguen y recogen los sombreros que atajó el viento. 
Las mujeres orinan cualquier lugar.
Los niños se volvieron ancianos amarrados a los alambres de púa.
Tres territorios debajo de las carcajadas de los asesinos.
Y sus sombras también son perseguidas, señaladas y marcadas desde los pájaros metálicos, dueños del cielo.



NACIMIENTO

Antes que el vuelo de la mariposa supiste de la infamia. Te enseñaron a no lanzar la flecha para evitar el arrepentimiento. Te dijeron que tenías que inventar una familia y la conseguiste completa para los asesinos. No esperaste los hijos de tus ganas. Viejo como estás, no llorarás por los que no nacieron, sabes bien que de ellos es la gloria de la eternidad.




EL REGRESO

Una extraña atmósfera le determina la vida. Un olor denso y pesado, nunca antes presentido, se cuela por el vestido y se esconde entre el ombligo.

Sí, sacaron al muerto, pero su olor se instaló en las axilas de la noche,  en los pliegues del pañuelo en desuso; se mantuvo ocho días entre las subidas y bajadas de los inquilinos. Tal vez, Dios también utilizó el ascensor inhalando su propio sabor. Es la costumbre de dormir entre el incienso.




MIEDO

Sentir por las piernas
la respiración
del compañero desaparecido.







Los poetas Santiago Espinosa, Yenny León y Mery Yolanda Sánchez en Cereté, 2011.






MERY YOLANDA SÁNCHEZ (Guamo Tolima, 1956) Libros publicados: La ciudad que me habita (1989), Ritual para las noches (1997), Dios Sobra, estorba (2006) y la antología Un día maíz (2010). Obtuvo mención de honor en el concurso El cuentista Inédito del Centro de Estudios Alejo Carpentier en 1987 y en 1994. Fue beneficiada con la Beca Nacional 1998 del Ministerio de Cultura por su proyecto Poesía en Escena Ha orientado talleres de poesía para niños, jóvenes, población de internos en centros carcelarios y Habitantes de la calle. 

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